Es en las adversidades cuando se conoce a los verdaderos amigos.
Hay veces en las que me pregunto qué es lo que hace que mis amigos sean mis amigos. Pues esa es una pregunta a la que aún no encuentro una respuesta satisfactoria.
Pero sí sé algo: los verdaderos amigos siempre están ahí, en las buenas y en las malas, sobre todo en estas últimas, para apoyarte cuando más lo necesitas. Y es que a veces, sólo los buenos amigos te pueden ayudar a salir de una situación difícil. Lo sé por experiencia. Mis verdaderos amigos siempre han estado conmigo cuando los he necesitado, y sé que puedo contar con ellos para cualquier cosa.
Y ahora viene lo difícil: ser un buen amigo. Que yo recuerde, ellos siempre dicen lo adecuado en el momento oportuno, me abren los ojos a la realidad, le dan luz a mis días, saben como hacerme sentir mejor. Aunque yo no sé que tan buena amiga sea, lo intento ser.
Y ahora sé también que ser un buen amigo no se trata sólo de decir las cosas adecuadas, sino que a veces se tiene que limitar a escuchar, sobre todo cuando no hay nada que decir. Que a veces, sólo se necesita estar ahí, ser la mano que sostiene firmemente a una persona, el hombro sobre el cual pueda llorar. Mostrar un apoyo silencioso, aunque ninguno de los dos diga nada; el sólo hecho de estar ahí es suficiente.
No sé que pudo hacer que tuviera los amigos que tengo, si fue la suerte, el destino, o algo más grande; pero lo que haya sido, me alegro mucho que pasara así. Porque lo que si sé es que tengo amigos geniales, y que yo también quiero ser tan buena amiga para ellos como ellos lo son para mi.
Para todos mis amigos, con mucho cariño.
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