Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

lunes, 28 de febrero de 2011

"El jinete del dragón"

Había una vez, un dragón que vivía con sus hermanos dragones y unos cuantos duendes en un hermoso valle en las montañas. Hasta que llegó la noticia de que los humanos invadirían su valle. Entonces, Lung (que así se llamaba el dragón), decidió ir a buscar un mejor lugar para vivir. A pesar del inminente peligro, ninguno de sus hermanos quiso acompañarlo, debido al temor que tenían al salir de ese lugar al que llamaban hogar. Así que Lung partió sólo con una amiga duende, no sin antes recibir un consejo del más sabio y anciano de los dragones: debía encontrar la cima del cielo y cuidarse del dorado. A lo largo de sus aventuras, encuentra a un humano llamado Ben, quien se une a su grupo y, posteriormente, a un homúnculo. Éste último era sirviente del dorado, un dragón creado por un poderoso alquimista hace cientos de años, con una coraza dorada e imprenetrable, que no podía volar pero, sin embargo, usaba el poder del agua. También encuentran a un arqueólogo, quien es en realidad un estudioso de las creaturas mágicas y las leyendas relacionadas con ellas, al igual que su esposa e hija. El dorado sustituyó a pata de mosca con un enano de las montañas, aficionado por el oro. Después de conocer a una rata blanca cartógrafa, una serpiente marina, a un djin del desierto, a elfos del polvo, a una especialista en dragones, a monjes de un monasterio del Himalaya, a un duende de cuatro brazos y a una rata aventurera, y de enfrentar a los cuervos sirvientes del dorado, llegaron a la cima del cielo. Sólo había un problema: el dorado los seguía persiguiendo. Además, algo muy triste y desalentador: los dragones que habitaban allí, estaban convertidos en piedra, debido a que dejaron de salir a tomar la luz de la luna, por temor al dorado. Solo una dragona seguía despierta. Entre Lung y Maya (la dragona), los dos duendes, pata de mosca, y Ben (el jinete del dragón), idearon un plan para acabar con el dorado, que consistía, más que en la fuerza, en la astucia del grupo, utilizando sus habilidades. Así, el dorado es vencido y, con la ayuda del enano de las montañas, despiertan a los dragones. Lung y Maya vuelan al antiguo hogar de Lung, para convencer a sus hermanos de que viajen con él a la orilla del cielo, ahora que no hay peligro. Ben y pata de mosca se van a vivir con el arqueólogo, su esposa y su hija. 
Tomado del libro "El jinete del dragón" de Funke Cornelia..

Aunque no lo parezca a simple vista, podemos sacar lecciones de esta linda historia. En primer lugar, que las personas debemos estar más atentas a todo lo que nos rodea, para encontrar la magia en cada lugar; que debemos respetar el hogar y la forma de vida de cada una de las personas y demás seres vivos que nos rodean, si no queremos vivir en un mundo desolado. 
También, que hay que atreverse, tener valor para iniciar una nueva aventura, para volar hacia el horizonte, y encontrar un mejor lugar. Y que, si tienes miedo del peligro del exterior, y te quedas sin hacer nada, pero "seguro" en tu escondite, el corazón se te irá enfriando hasta que no quede más que una insensible roca, y nunca podrás salir de ese lugar que algún día llamaste "hogar".
Y así varias, sólo hay que estar atento, pues las más valiosas lecciones pueden aprenderse aún del acontecimiento que parezca más insignificante.

sábado, 12 de febrero de 2011

Momentos....

A veces la vida sólo dura un instante, no podemos saber el momento ni el lugar de nuestro último respirar; no sabemos cuánto tiempo estaremos en el mundo, pero si podemos disfrutar en cada instante y en cada lugar.
A pesar de que las cosas sean difíciles, o se nos vaya por un momento el entusiasmo, siempre hay que continuar, levantarse con más fuerza que antes en cada caída.
Cada momento, cada instante es valioso y aunque estemos inmersos en nuestras ocupaciones y obligaciones de la vida cotidiana, aunque a veces parezca que estamos encerrados en la rutina, hay que hacer tiempo para disfrutar de nosotros mismos, o para disfrutar la compañía de nuestros seres queridos, sin tener que esperar una fecha como el momento adecuado, pues cualquier momento es el indicado para hacerlo. Siempre hay una forma para hacer lo que tengamos que hacer y además disfrutar de esos momentos que se mantienen en nuestro recuerdo como inolvidables, que son únicos e irrepetibles, y que atesoraremos siempre.