Diario de una vida

Diario de una vida
Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

martes, 31 de diciembre de 2013

El final de un gran año

Un año más que ha pasado, un año más que termina. Este año ha sido difícil, con tantas cosas que han pasado. Fueron muchos los momentos difíciles, tristes e incomprensibles; muchas las veces en las que estuve a punto de caer ante la tristeza, de hundirme en la desesperanza, de entrar en el círculo vicioso de la autocompasión y desesperación. Y todavía no acaban las razones de esos sentimientos. Muchas veces pasé miedo, angustia, no sabía que hacer o a quien recurrir. Quería ser fuerte, para no preocupar más a las personas que se preocupan por mi, así que contuve las lágrimas antes de que asomaran a mis ojos. Pero no soy lo suficientemente fuerte, porque aún así surgían en el momento menos esperado, en la soledad. Y no sólo eso, sino que también lloré por razones que hasta parecen un poco tontas, por las que no debería de llorar, cuando hay cosas más importantes en las que pensar. Preocupaciones que parecen nimiedades en medio del gran caos de la vida, en comparación con lo que otras personas cercanas a mi estaban sufriendo. Pero ni siquiera pensar eso me hace más fuerte para afrontar esas pequeñas dificultades.
Sin embargo, no todo fue malo. También hubo momentos maravillosos, felices e inolvidables, con mis amigos o con mi familia, o conmigo misma, cada vez que leía algo que parecía estar escrito justo para afrontar lo que estaba viviendo, y se hacía luz en mi mente, y volvía a aparecer una sonrisa y el brillo en mis ojos; era entonces cuando todo lo demás se hacía pequeño, o desaparecía por completo, las veces en las que me daba cuenta de que, a pesar de ser demasiado sensible, tengo la fuerza para enfrentar las pruebas que aparecen en mi vida. Leí una vez que "las experiencias repetidas tienen una sola finalidad: enseñarme aquello que no quiero aprender". Así que sólo se trata de experiencias, si no soy lo suficientemente fuerte ahora, lo seré al enfrentar esas situaciones; porque sí, hay una experiencia que se repite hasta el cansancio: ilusionarme, hacer castillos en el aire y, de repente, caer directo a la realidad, que no es para nada como yo la había imaginado. Cada caída duele, y esta vez caí de muy alto... pero se acabó, definitivamente; todo se queda en historias, pasa a formar parte de la experiencia, y me enseña a no confiar demasiado, a no ilusionarme por esas pequeñas acciones, que al final no significan nada, o por unas cuantas palabras que se lleva el viento y se borran de la memoria.
No quería que el contenido de esta entrada sonara tan deprimente, pero son cosas necesarias de expresarse. Y hubo algo que sí aprendí:
No me considero realmente una persona muy religiosa, nunca he llegado al fanatismo ni nada parecido; creo en Dios, y en que todas las cosas pasan por algo, que cada cosa que pasa tiene una finalidad y una lección en sí misma que no se hubiera aprendido de otra forma. Pareciera que sólo aprendemos con las experiencias difíciles, aquellas capaces de sacudir nuestra vida y hacernos reconsiderar las cosas. Y eso es lo que pasó. En cierta forma cambió mi mentalidad, cambiaron mis hábitos, mi escala de valores sufrió un cambio, y la forma en que me relaciono con mi familia. Y el mayor cambio, una fe más fuerte, "recuerda que todo tiene solución, con ayuda de Dios".
Porque cada vez que me faltaban fuerzas para continuar, o me consumía la tristeza, siempre había alguien para ayudarme a seguir adelante, siempre, bajo la forma de alguien de mi familia, o de algún amigo, o un libro, una frase, o un mensaje. (http://mariarosamystica.com/mensajedejesus.html)
Creo que toda mi familia pasó también por ese cambio, y algunos de mis amigos, que también han pasado por momentos difíciles.
Por eso, hoy, en el último día de este gran año, doy gracias a Dios por todas las lecciones aprendidas, porque, aunque enferma, sigo llevando una vida normal, y se hayan ido esos síntomas, por todas las personas que estuvieron a mi lado en esos días difíciles, por todas las que desean que mejore mi salud, por las que me cuidan y me quieren, familia y amigos.
Así que, al final, no resultó ser una entrada deprimente, si no de esperanza, en la confianza de que el nuevo año que empieza sea mejor...

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