Diario de una vida

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Lo que he aprendido hasta el día de hoy...

viernes, 6 de agosto de 2010

De vuelta a la realidad

Hoy quise ir con mi prima a ver si, en un lugar muy conocido, se encontraba el chavo que tanto quiero ver. Llegamos un poco más tarde de lo que pensé, y no estaba. Casi a diario esta semana, me imaginé que me lo encontraba en ese lugar, hasta me imaginé como iría vestida (aunque no lo pude imaginar muy bien a él). Y me vestí tal como imaginé. Pero, como ya dije, él no estaba. Así que mi prima y yo continuamos nuestro camino. Nos detuvimos a comprar algo para comer, y, platicando de muchas cosas, logré obtener un poco de información sobre ese chavo. Es, quizá, algo más chico de los veinte y más que decían mis tías pues, según mi prima, no puede ser muy grande ya que tiene una novia de tercero de secundaria. Saber eso fue como una caída desde una nube muy alta, a la realidad. Tuve suerte,salí ilesa, pues aunque la información es algo decepcionante, no por eso fue inesperado. Y continuamos platicando normalmente, con mi ánimo ligeramente caído (aunque no demasiado, y se me pasó rápido la sensación).
Luego, seguimos paseando por el centro, y pasó algo completamente inesperado: en el teatro del pueblo, casi al irnos, lo vimos. Ella me dijo que había visto al "novio" de nuestra tía, y yo quise que me enseñara cual es, pues, según le dije, no lo conozco bien. Nos acercamos, me dijo que era el que estaba vestido de verde claro, junto a otro chavo. Y lo vi, completamente bien, no exactamente de frente, pero si de cerca y bien, y creo él también me vio (aunque no estoy muy segura de eso). Pero algo raro pasó: ahora lo recuerdo mejor, pero no igual de bien. Lo sé, parece una contradicción, pero, como lo digo en entradas anteriores, lo que mejor recuerdo son sus ojos y su voz. Y esta vez, al no verlo de frente, no pude ver sus ojos y, con tanto ruido, no escuché su voz. Me dediqué más a ver su cara, y ahora por eso lo recuerdo mejor. Pero era mejor sólo recordar sus ojos, tenía algo de mágico. Ahora, lo recuerdo, y no es igual, la magia se convirtió en la realidad.
No niego que me sigue gustando, pero ya no pienso en conocerlo como lo pensaba; quiero verlo, pero ahora eso no es algo tan importante, y no buscaré hacerlo.
Esta vez, dejaré que todo suceda más naturalmente pues, como pude comprobar hoy, lo que tenga que pasar pasará, y no debo forzar las cosas.

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